El virreinato de Buenos Aires, Antecedentes de la revolución por la independencia,  El 25 de mayo de 1809 en Chuquisaca, Revolución de La Paz.- Los Protomártires.

Hasta el año 1776 el territorio de la Audiencia de Charcas siguió siendo parte del virreinato del Perú, pero la creación del virreinato de Buenos Aires lo segregó de la autoridad del virrey de Lima, y las provincias altoperuanas pasaron al dominio del gobierno del Río de la Plata.

Por espacio de tres siglos había permanecido el Alto Perú sometido al poder español, hasta que el desarrollo de los pueblos, por una parte, y por otra la situación desigual e inferior en que eran mantenidos los criollos con relación a los españoles, además de la influenciade las ideas de libertad propagadas por la Revolución Francesa, produjeron la fermentación de los espíritus y trajeron consigo la revolución por la independencia.

La Universidad de San Francisco Xavier de Chuquisaca, célebre en los fastos coloniales de esta parte del continente, fue el centro en donde se formaron los hombres destinados a la propaganda de los principios de la revolución. La situación difícil que a principios del siglo XIX atravesaba la metrópoli, invadida por los ejércitos de Napoleon Bonaparte, favorecía especialmente un levantamiento que no había de tardar en producirse.

En un principio los ideales de libertad se manifestaron tímidamente por medio de cierta propaganda secreta; pero poco a poco fueron ganando terreno, y el 25 de Mayo de 1809 estalló la insurrección en Chuquisaca, encabezada por Bernardo Monteagudo, Jaime Zudáñez y otros.
El Presidente de la Real Audiencia, D. Ramón García Pizarro, SOSpechando la propaganda revolucionaria que venía haciéndose contra su autoridad, creyó prevenir el peligro haciendo prisionero a Jaime Zudáñez, abogado de gran prestigio y popularidad. Anoticiado el pueblo de esta prisión, se amotinó atacando la casa del presidente y exigiendo la libertad del detenido. Como Pizarro opusiera resistencia, se trabó un combate entre las fuerzas que defendían su casa y el pueblo, resultando éste victorioso. El presidente fue sometido a prisión y destituido de su cargo.
Los revolucionarios se ocuparon inmediatamente en organizar un gobierno que se formó con los miembros de la Audiencia que se mostraban adictos a la causa de la revolución, y mandaron emisarios a La Paz, Cochabamba, Buenos Aires, Potosí y Santa Cruz, para incitar a los pueblos al levantamiento general.

Pero los agitadores de Chuquisaca guardaron por prudencia cierto recato, protestando adhesión al rey de España D. Fernando VII y alegando que la deposición de Pizarro había obedecido simplemente al deseo de ver al país mejor gobernado y a la necesidad de impedir que, dada la situación anormal de la Península, fueran entregadas estas provincias a la Princesa Carlota del Brasil, que aspiraba a coronarse soberana de una parte de las colonias españolas siendo partidario suyo el presidente Pizarro.
La independencia.- Pedro Domingo Murillo, cabecilla y héroe de la Revolución del 16 de Julio de 1809.

La insurrección de Chuquisaca no tardó en hallar eco en las otras poblaciones del Alto Perú. Antes de dos meses, el 16 de Julio del mismo año, se pronunció la ciudad de La Paz contra el régimen español, aunque proclamando siempre su adhesión a la persona del rey Fernando. Amotinado el pueblo por parte de las fuerzas militares de la plaza, al mando de Pedro Domingo Murillo, fueron depuestas las autoridades y sustituidas por una junta de gobierno que se llamó Tuitiva, es decir protectora. Murillo fue elegido presidente.

El 13 de agosto se declaró la guerra a la provincia bajoperuana de Puno, en donde el general Goyeneche, se aprestaba a caer sobre La Paz para castigar a los revolucionarios y restablecer el orden. Goyeneche, que estaba dispuesto a combatir contra la causa de América, era americano de nacimiento.

Los revolucionarios de La Paz marcharon al encuentro del enemigo y los ejércitos se avistaron en Chacaltaya. Las tropas de Goyeneche, cinco veces superiores, disciplinadas y mejor equipadas, vencieron a los patriotas, que se desbandaron en todas direcciones. El vencedor entró a La Paz y se dedicó a perseguir a los jefes de la insurrección, muchos de los cuales fueron apresados y juzgados.

El 29 de enero de 1810 se pronunció sentencia de muerte contra Murillo y ocho de sus compañeros. Al subir al cadalso, el presidente de la Junta Tuitiva pronunció con arrogancia estas palabras que han pasado a la posteridad: «Yo muero pero la tea que dejo encendida, nadie la podrá apagar». La heroica muerte de Murillo y sus compañeros, a los que se recuerda con el nombre de protomártires de la independencia, sirvió de ejemplo y estímulo a los patriotas, que siguieron sin desmayo la lucha por la libertad.