Fin de la Guerra de la Independencia.- Batallas de Junín y Ayacucho.- Proclamación de la República.

El último período de la guerra en el Alto Perú, carece de sucesos notables. Aunque un ejército argentino había contribuido a dar la libertad a Chile en 1818, y en 1820 el general San Martín, a la cabeza de un ejército compuesto de argentinos y chilenos, proclamó el 28 de julio la independencia del Bajo Perú, el virrey había evacuado la capital y se había situado en las montañas del interior, protegiendo la dominación española del Alto Perú y constituyendo una permanente amenaza para el nuevo régimen.

Por curiosa coincidencia, era precisamente el pueblo en cuyo territorio se habían lanzado los prime ros gritos de independencia contra la dominación española, en 1809 v 1810, el único que todavía permanecía sometido al dominio de la metrópoli, cuando las demás regiones del continente se habían emancipado, proclamándose estados libres y soberanos.

El gobierno de Lima resolvió, en 1823, enviar al Alto Perú un ejército libertador, y la expedición fue encomendada al general Andrés de Santa Cruz, altoperuano de nacimiento, que había militado hasta hacía poco tiempo en los ejércitos del rey, pero que se había pasado a la causa de la emancipación, cumpliendo su deber de americano. Esta expedición tuvo un encuentro en Zepita, cerca del lago Titicaca, con las tropas destacadas por el virrey La Serna, al mando del general Valdés, y el general Santa Cruz obtuvo una espléndida victoria. No supo aprovechar desgraciadamente esta ventaja, y como supiera que el virrey marchaba en socorro de Valdés, se retiró hacia la costa y se embarco con rumbo a Lima, dispersando la mayor parte de sus tropas.

En esta situación se aproximaba al Perú, por el norte, el Presidente y Libertador de Colombia, D. Simón Bolívar, la más alta figura de la guerra de la emancipación americana. Después de afirmar el régimen republicano en Colombia y el dor, había sido llamado en a del Perú. Hizo su entrada a Lima er septiembre de 1823, habiendo a precedido por el general Sucre, que trajo los primeros contingentes de tropas colombianas.

El Libertador organizó un ejército de nueve mil hombres y marchó contra las tropas del virrey, a las que dio encuentro en los campos de Junín, el 6 de agosto de 1824. Trabado el combate en condiciones de inferioridad para los independientes, a causa de los accidentes del terreno, la victoria se decidió sin embargo en favor de Bolívar.

Pero este triunfo no fue completo, porque el grueso del ejército realista estaba intacto. Llamado a Lima por urgencias del gobierno, el Libertador delegó el mando en la persona del general Antonio José de Sucre, que prosiguió la campaña.

El 9 de diciembre el ejército libertador se encontró frente a frente con las huestes de La Serna en Ayacucho, y allí se trabó la batalla que decidió con el triunfo de Sucre, el fin de la dominación española en la América del Sud. El empuje del ejército patriota fue incontenible y los realistas destrozados, rindiéndose a discreción. Fueron hechos prisioneros el virrey y los generales, jefes y oficiales de su brillante ejército.

El general Sucre, lleno de magnanimidad, pactó con los vencidos una capitulación honrosa, permitiéndoles regresar a España con todos honores de la guerra.

El general Sucre siguió su march hacia el interior del Alto Perú donde todavía imperaba el general Olañeta, último jefe realista que conservaba algunas tropas en pie de guerra. Pero a la noticia de la derrota completa de Ayacucho se defeccionaron sus fuerzas y, cuando trataba de contenerlas, fue muerto en el río de Tumusla.

Después de ocupar en marcha triunfal las principales poblaciones altoperuanas, el general Sucre hizo su entrada a Chuquisaca en abril de 1825.

Accediendo a los ardientes anhelos de los personajes más representativos, Sucre había dictado un decreto convocando a una asamblea, destinada a resolver la suerte futura de las provincias altoperuanas. Dicha asamblea, se reunió en Chuquisaca, bajo la presidencia de D. José Mariano Serrano, y el día 6 de Agosto de 1825 proclamó la independencia, declarando la voluntad de los pueblos de erigirse en estado libre soberano. Una resolución posterior dio a la nueva república el nombre de Bolívar, transformado después en Bolivia, en homenaje al Libertador.