Autor: El Diario
Fecha: 15 de abril de 2015
La Paz, desde su fundación en 1548, hasta 1910 fue considerada zona rural, relata el libro Historia Oral de los Barrios Paceños, publicado en la gestión del ex alcalde Germán Monroy.
En esa época recién empieza el desarrollo urbano y la zona central comienza a poblarse con grupos de comerciantes, dueños de obrajes y haciendas, quienes participaban generalmente de las actividades organizadas en el Hotel París y en la Plaza Murillo.
De entre los personajes que vivieron en esa zona, se recuerda a los generales Ismael Montes y José Manuel Pando y a los ex presidentes Enrique Hertzog y Felipe Segundo Guzmán.
Para establecer los límites de la zona central se toma en cuenta la plaza Pérez Velasco, la plaza Murillo; las calles Pichincha, Ingavi, Ballivián, Comercio, Potosí, Mercado, Camacho y las adyacentes hasta la Plaza Tomás Frías, además de la Jaen y las aledañas hacia el sur.
Plaza Murillo
Algunos historiadores afirman que la actual plaza Murillo era llamada Plaza de Armas, nombre que mantuvo a lo largo de la época de la colonia. Otros sostienen que su nombre fue el de Plaza Mayor.
La Plaza fue diseñada por el alarife Paniagua en 1558, cuando fungía de corregidor Don Ignacio Aranda. Posteriormente a la época colonial se la denomina Plaza 16 de julio y luego se la bautiza como Parque Murillo.
Constituida la República, surgen en derredor de la plaza, ubicada a 3.630 metros de altitud sobre el nivel medio del mar, los principales edificios de la ciudad, como el convento jesuita de la Virgen del Loreto; lugar en el que posteriormente se efectuaron las «matanzas de Yáñez» y donde ahora se encuentra ubicado el Palacio Legislativo.
Surgen también la casa de los Gobernadores, el Palacio Episcopal y el Cabildo; pero en 1925 la plaza se convierte en parte importante del tráfico citadino, ya que alrededor se concentraban las tiendas de comercio, centros de espectáculos, los mejores hoteles y restaurantes, además de los edificios de la administración pública.
Hasta 1810 la Plaza sólo servía para desfiles y otro tipo de actos llamados despejos, año en el que se decide instalar dos fuentes y diseñar vistosos jardines, además de un elegante kiosco para las retretas militares y un monumento a Murillo.
El «Parque Murillo» se torna entonces en un importante lugar de citas sociales, que se encumbra las noches de los domingos y jueves, cuando las familias acudían a escuchar la retreta militar.
En 1925 rodean, al entonces parque, la Catedral (aún en construcción), Palacio Legislativo, Palacio de Gobierno, el Círculo Militar, el Hotel París, casas de comercio, la facultad de Derecho y la librería Renacimiento.
Hasta 1911 se conserva el nombre de «Parque Murillo», siendo este un importante lugar de espectáculos; así, en una fotografía de esa fecha se aprecia a un equilibrista cruzando desde la esquina de la calle Comercio, hasta la actual Prefectura.
Desde su creación, la Plaza Murillo fue testigo de varios hechos tan felices, como funestos, como el colgamiento del presidente Gualberto Villarroel, en 1946, recuerdan los ancianos y ancianas que vivieron esos momentos.
Palacio Legislativo
El lugar en que se encuentra la antigua edificación del Palacio Legislativo, era conocido como Iglesia de la Virgen del Loreto, cuyo nombre trascendió fronteras en 1861, cuando se efectuó la recordada «matanza de Yáñez».
El hecho, acabó con la vida de más de 50 connacionales y con la de su protagonista, el coronel Placido Yáñez, quien fue ajusticiado por el pueblo; el lugar fue demolido posteriormente y en 1904 el arquitecto italiano, Antonio Camponovo, inició la actual construcción.
Palacio Quemado
El Palacio de Gobierno fue construido en 1843, en la infraestructura del antiguo Corregimiento y Cabildo que databa de la época colonial, durante el mandato presidencial de José Ballivián.
Existen versiones que afirman que se realizaron tres edificaciones, siendo la primera de piedra, dando lugar luego a una de ladrillos y posteriormente a una con columnas y cornisas de granito.
En 1875 cobra el nombre de Palacio Quemado, tras sufrir el incendio generado por la turba revolucionaria que protestaba contra el entonces presidente Tomas Frías. El relato cuenta que todo el techo de tejas ardió, ya que encima existía un colchón de paja para sujetar las tejas.