Autor: El Diario
En La Paz se conservan aún varias tradiciones heredadas de la insurrección del 16 de julio de 1809, tales como las octavas de las fiestas populares, asegura el genealogista Jorge Alberto Monje. La octava, es española.
En los pueblos de España se acostumbra aún hoy en día a celebrar las festividades durante ocho días seguidos, con abundancia de bebida y comida, tradición que ha sido asumida por los mestizos bolivianos en las llamadas prestes.
En cambio en las ciudades españolas, al octavo día de la fiesta central se efectúa una de carácter menor, debido a la diferencia de trabajo que existe entre los centros urbanos y las poblaciones rurales.
Así por ejemplo, las festividades de las poblaciones de San Pedro y San Pablo, que se encuentran al borde del estrecho de Tiquina, celebran de esta manera su aniversario de creación, explicó.
Ponches
La costumbre de tomar ponches en la ciudad de La Paz, comienza un poco después de la insurrección del 16 de julio de 1.809, habiéndose enraizado en el pueblo como un aditivo de las acostumbradas verbenas, sostuvo el genealogista.
De igual forma, en el aniversario de la zona de San Pedro, que se celebra el 29 y 30 de junio, se puede apreciar a la vendedoras de la bebida espirituosa, cuya característica es que se sirve caliente.
El ponche está hecho sobre la base del singani (bebida alcohólica extractada de la uva muy boliviana), té y canela, con una rodaja de limón; otra de las variaciones de la preparación contiene vino con canela; mientras el llamado sucumbé, que es una variedad más del ponche, lleva leche, huevo, singani, canela y azúcar a gusto, afirman sus degustadores.
La bebida es también saboreada en Churubamba el 20 de octubre, el 16 de julio en la Pérez Velasco y en los mercados como el Lanza y el Rodríguez, donde acude la ciudadanía de todos los sectores sociales en forma multitudinaria, sobre todo en las fechas que tienen relación con la ciudad de Nuestra Señora de La Paz.
Alasita
La Feria de la Alasita (comprame), es otra de las costumbres netamente paceñas, que fue adoptada por otros departamentos como Cochabamba y Sucre, así como por países extranjeros, que ahora pretenden hacer suya la tradición, tal como lo denuncian varios medios de comunicación.
La fiesta de la Alasita, celebrada por los paceños el 24 de enero, se sustenta en la leyenda sobre un diocesillo aymara. Relato nacido en el cerco a La Paz, que fue liderado en 1781 por Túpac Katari, recordó Monje.
De acuerdo con esta tradición, fue el Ekeko el que trajo la abundancia, en medio de la trágica situación de esa época, por lo cual la gente le rinde culto y compra representaciones en miniatura de sus deseos a las doce del medio día del 24 de enero, a la espera de que las miniaturas se materialicen en tamaño real.
Peregrinación
Otra de las costumbres paceñas, diversificada entre bolivianos y extranjeros, es la peregrinación al Santuario de la Virgen de Copacabana, cuyo altar que se encuentra ubicado en la población del mismo nombre de la ciudad de La Paz, a orillas del lago Titicaca.
Sin embargo, los habituales viajeros recuerdan que en la travesía desde la ciudad de La Paz, hasta el lugar, ha de tenerse cuidado con el Kari Kari, que es una especie de vampiro de grasa, que lleva a su víctima a los brazos de la muerte en pocos meses.
Llegar hasta «la mamita de Copacabana», es algo que reconforta el alma, sostienen los asiduos viajeros, a los cuales se les hicieron realidad varias de sus peticiones.
La Alameda
Cuenta Monje que una de las tradiciones perdidas de antaño es el paseo a la Alameda (actualmente El Prado), al cual acudía la población paceña. «Si uno quería encontrar a un amigo, no tenía mas que ir por el Paseo de la Alameda», relata.
Mientras que los enamorados iban al Montículo, pues la picardía popular afirmaba que el dedo de Abaroa señalaba con fruncido ceño: » los chapadores (besadores) por allá».
Al retorno a sus hogares, los grupos de jóvenes jugaban al «ferrocarril Arica – La Paz», que consistía en entonar la melodía al ritmo de tres pasos adelante y dos para atrás.