En el año 1993, yo tenía 50 años de edad, ya con una familia establecida, había perdido a mi padre hacía algunos meses.

Mis familiares habían llegado de Cochabamba de visita a la ciudad de La Paz, pues era época de carnaval; pero yo estaba muy susceptible ya que me encontraba de luto, y la verdad no quería ir a ningún lado, ni bailar, peor tomar alguna bebida alcohólica.

Anteriormente por la muerte de mi madre, había llevado el luto un año y tres meses, y faltaba poco también para que se cumpla ese plazo por la muerte de mi padre; como eran familiares que no los veía hace tiempo, acepte ir con ellos a regañadientes.

Llegamos a un local en el centro de la ciudad de La Paz, ingrese porque me prometieron que solo estaría sentado sin hacer nada.

Luego ya adentro pidieron un singani (bebida alcohólica boliviana), pero se retiraron sin abrir la botella para ir al fondo del salón y bailar, dejándome al cuidado de la bebida.

Lógicamente como yo no tenía intención de bailar, ni de beber, no estaba esperando a ningún amigo. Me encontraba solo en la mesa, pese que estaba tanta gente a mi alrededor, prácticamente repleto, mientras al fondo estaba actuando el cantante Jorge Eduardo (musico de cumbia boliviana, famoso de los años 90s).

Debe ser la verdad, lo que la gente dice del carnaval, pues nunca había experimentado lo que voy a contar:

De un momento a otro me sorprendió, a mi lado derecho vi que apareció un espectro rojo, de repente no podía mover la cabeza, había una especie de calor que irradiaba esa cosa, lo podía sentir en ese lado de mi cara, esa energía caliente no me dejaba mover el cuello, pero mis ojos si podía moverlos, así que de reojos, podía ver que era una cosa que tenía como un metro de estatura, color rojo desde la cabeza hasta el pecho, y de abajo parecía tener lana, su cara tenía grandes arugas en la frente, tenía una barba de chivo, sus orejas eran normales, pero lo que más destacaba era sus cuernos pequeños, inmediatamente vi su cola que estaba envuelta en la silla, parecía medir unos dos a tres metros, luego mire sus pies, y parecían dos pesuñas.

Y entonces me miro, y vi sus ojos como dos linternas, ahí me transmitió su orden, como si fuera telepatía, él me ordenaba un deseo, ¡que no me prive de ningún gusto, que tome la bebida! y de repente él apareció con una copa plateada brillosa, de tamaño regular, lleno de trago.

Él levanto la copa e insistió en que tomara, de repente vi que mi copa estaba servida, llena para que yo tome, y la botella abierta, veía a la gente pasar por mi lado, sin interés en mí persona, distraídos con lo que cantaba Jorge Eduardo, parecería que solo yo veía a esa demonio.

Luego, hice caso a la orden que me dio, y tome la bebida.

En ese momento medite sobre lo que estaba pasando, no había bebido mucho de la copa, quise volver a ver a mi derecha y ese demonio había desaparecido. Recién pude mover la cabeza, ya que deje de sentir ese calor fuerte que emitía, entonces vi que mi copa estaba vacía, me lo había tomado todo, sin ninguna explicación.

Inmediatamente vinieron mis cuñados, mi señora y demás familiares a sentarse a mi lado, habían pasado unos 10 minutos desde que me dejaron, me preguntaron por la bebida, riñéndome ¿Dónde está, porque estaba vacía la botella?, entonces mire el contenido y estaba vacía.

Les conté lo que paso, y me dijeron – ¡Estas contando tonteras!, seguro era un ñato con chamarra roja que se sentó a tu lado, y vos sonseras estas mirando – ¿Cómo te lo vas a tomar toda la bebida?

Después de eso, debió tocar dos piezas más y luego nos recogimos.

Salimos del local, había una peta de taxi, en el cual subimos a nuestro domicilio en Villa Adela.

El momento que estamos subiendo la Autopista, el chofer nos dice, ¡Qué raro, el señor es flaco, y a ese lado se esté inclinando el peso del vehículo!

Llegue a casa, y nadie me tomo importancia, cuando me fui a descansar, mi señora decía que había dormido sobresaltado toda la noche.

Luego preocupado al día siguiente, fui a una iglesia cristiana, el pastor si me tomó en serio, hizo oraciones por mí, y quería sacar algún demonio, pero no sucedió nada.

Entonces este pastor me dijo, usted es un privilegiado al ver estas cosas, ¡seguro se rieron en su cara, no les haga caso, el diablo existe!, pero el más peligroso es el demonio, porque hay de todo forma y son más traviesos.

Ese es el testimonio real de lo que me ocurrió, del que puedo dar fe, hasta ahora no puedo encontrar otra explicación que, lo sobre natural que existe en este mundo.