Leyenda del Nina Nina
Leyenda del Nina Nina

La leyenda Mariana del Nina – Nina

La leyenda Mariana del Nina-Nina, un relato que ha perdurado a lo largo de los años. Nos sumerge en una historia de devoción y misterio arraigada en las tradiciones de Oruro. Según el relato publicado por Emeterio Villarroel en 1908. Extraído de un antiguo manuscrito del siglo XVIII, el Nina-Nina, también conocido como Anselmo Belarmino, era un hombre devoto de la Virgen de la Candelaria.

La historia se desarrolla en las faldas del cerro ‘Pie de Gallo‘, donde el Nina-Nina encendía velas frente a una imagen de la Virgen. Un episodio crucial ocurre durante un sábado de carnaval, cuando el comerciante Sebastián Choquiamo se ausenta y deja a su hija Lorenza a cargo de la tienda. Es entonces cuando el Nina-Nina, un hombre barbudo y sospechoso, entra en escena, desencadenando una serie de eventos que marcarían la leyenda.

La Confrontación y la Confesión

El encuentro entre Lorenza y el Nina-Nina, su supuesto prometido, desencadena una confrontación con el padre de la joven. En medio de la lucha, el Nina-Nina resulta herido y es llevado al hospital por una misteriosa joven vestida de negro. Esta desaparece después de dejar encargada la confesión del Nina-Nina al párroco Don Carlos Borromeo Mantilla.

La confesión revela la devoción del Nina-Nina hacia la Virgen de la Candelaria y su creencia en la intervención milagrosa durante su agonía. Esta leyenda no solo relata la aparición del cuadro de la Virgen del Socavón. Sino que también señala la tradición de la entrada de cargamentos y ofrendas a los pies de la Virgen desde aquel entonces.

A medida que avanzamos en el tiempo, hacia la década de 1890, la prensa comienza a registrar eventos relacionados con el carnaval y las actividades religiosas. Las menciones a los Diablos, una figura prominente en la festividad, demuestran la creciente devoción hacia la Virgen del Socavón, especialmente entre los mineros y la plebe de la ciudad.

En esa época, la Diablada destacaba como la danza principal del carnaval, atrayendo no solo a la población local sino también a personas de la clase alta, como lo señala el periódico El Pais en una noticia publicada en 1890. Este periodo marca el inicio de una participación más amplia y diversa en la festividad, un tema que exploraremos en detalle en los siguientes relatos.