Extracto libro: CUENTOS MITOS Y LEYENDAS – Provincia Chiquitos
Cuenta mi vecina del barrio que hace muchos años, había una vez un niño llamado Jacinto que a la edad de seis años iba a jugar solito bajo un árbol de manga. En uno de esos atardeceres Jacinto entraba a su casa dándole a su madre un billete ensangrentado y su madre asustada preguntó a Jacinto: ¿De dónde trajiste esto? Y Jacinto humildemente responde, de allá arriba del árbol siempre me cae mamá. Y así sucesivamente todas las tardes sucedía lo mismo.
El carnicero del barrio contaba que siempre se le perdía dinero de su caja, dicen los vecinos que la duende era quien robaba al carnicero y lo escondía bajo la carne, luego cada una de las tardes lo llevaba a aquel árbol donde jugaba el niño.
Pasaron los años, el niño llegó a ser joven, tuvo su corteja y los chicos del colegio se ponían celosos al verlo con ella. Un día cuando terminaron las clases el joven estaba saliendo del colegio, cuando vio un grupo de jóvenes que le miraban con rabia y con ganas de pegarle.
El joven inocentemente pasó por su lado, cuando uno de ellos lo empujó y lo pateó, Jacinto cayó al suelo y cuando se paró el joven, se asustó al ver que entre ellos se estaban peleando, Jacinto asustado corrió a su casa. Tras que Jacinto escapó no había visto que la duende estaba en el árbol vigilándolo. Jacinto nunca supo que la duenda lo protegía.
Pasaron tan rápido los años… ya Jacinto tenía veinticinco años y llegó el día de su casamiento; mientras Jacinto entraba al templo, la duende lo observaba, finalmente cuando el padre estaba terminando la ceremonia y dijo: marido y mujer, puede besar a la novia; del cielo cae una moneda de oro con una lágrima a las manos de Jacinto. Feliz y un poco asombrado al fin se dio cuenta que había alguien que cuidaba de él.
La duende había tirado aquella moneda con una lágrima, como símbolo de dejarlo a Jacinto para siempre para que el formase una familia solo.
Cuando Jacinto llegó a tener una familia se mudaron a su casa propia que se encontraba a dos cuadras del trillo por donde pasaba el tren. Jacinto tenía la moneda de oro como collar, del recuerdo de la duende, una de esas noches oscuras cuando Jacinto retornaba a casa cruzando el trillo, uno de sus amigos lo asaltó y apuñaló, por la moneda de oro que le había regalado la duende.
Dice que al lado del trillo creció un árbol de toborochi donde había muerto Jacinto, cuenta la gente de aquel lugar que cuando pasan a las diez de la noche se escucha la duende llorar amargamente arriba del toborochi, lamentándose por haber dejado de proteger a Jacinto.