En el año 1905 en el periódico El Diario, un momento crucial en la historia de los derechos de las mujeres, se suscitaba un debate sobre el acceso de las mujeres a la educación superior y a las profesiones liberales. En este contexto, se planteaba la necesidad de un colegio nacional para mujeres y la posibilidad de hacer excepciones a las rigurosas normativas de la época. Este artículo nos transporta a ese período de cambios y desafíos, explorando un caso emblemático que destaca la lucha por la igualdad de género en la educación y la profesión hace más de un siglo.

BACHILLERATO 8 de julio de 1905

«Al ocuparnos de la necesidad de fundar un colegio nacional para mujeres, hemos apoyado nuestras reflexiones en un inconveniente que hoy se pone en evidencia con la resolución que acaba de dar el ministerio del ramo en la solicitud de varias señoras y señoritas para ingresar a los cursos de farmacia: la falta de título de bachiller que la ley requiere como comprobante de la instrucción preparatoria.

El caso implica una resolución de carácter muy excepcional que naturalmente ha tropezado con los escrúpulos consiguientes a una exigencia contra ley expresa y terminante. ¿Ha hecho bien o mal el señor ministro en devolver la petición al señor rector de la universidad para que se sirva especificar en qué consiste la cooperación moral que, según su informe, debe prestar el gobierno a las solicitantes, y si se puede prescindir solo con las mujeres de los estudios previos de secundaria y del título de bachiller en ciencias y letras exigido por ley a todos los que quieran ingresar en los cursos facultativos?

En nuestro concepto, esa actitud es enteramente ajustada a la ley. Sin embargo, creemos que la excepción no traería consecuencias de trastorno a la disciplina universitaria, fundándola en la razón atendible de que siendo las postulantes profesoras de instrucción primaria, se supone que para adquirir sus puestos han rendido examen de competencia que podría subsanar la falta del título de bachiller. Como quiera que sea, debemos felicitarnos de que se haya producido este caso, pues con tal motivo queda en evidencia la necesidad de proceder a la fundación de un establecimiento educacional de enseñanza preparatoria que habilite a la mujer que aspire a las profesiones liberales.

Entre tanto, repetimos, que siendo profesoras las solicitantes de la inscripción en los cursos de farmacia, somos de parecer de que son acreedoras a la excepción en el cumplimiento de la ley que requiere el título de bachiller, haciendo mérito para esta gracia concesión de los servicios prestados a la enseñanza por las postulantes.»