Argentinos en la Guerra del Chaco: Arrepentidos de luchar por Paraguay
A continuación, transcribimos el reportaje publicado en La Gaceta de Tucumán el 25 de febrero, en el que se entrevista al teniente segundo Daniel M. Miró:
El origen de la revolución en Paraguay

«La revolución paraguaya ha sido provocada por el descontento en el ejército contra el gobierno del doctor Eusebio Ayala. Existe una opinión generalizada de que, durante su presidencia, tanto en tiempos de guerra como de paz, los jefes y oficiales fueron sometidos a un sistema de degradación y arbitrariedades que generó una profunda agitación interna. La revolución es la culminación de ese descontento.»
Para entender mejor la situación, basta con escuchar el testimonio de un voluntario argentino, el teniente segundo Daniel M. Miró. Él explica que la crisis económica derivada de la guerra contribuyó al abandono de los soldados. Sin embargo, la miseria de los combatientes no solo persistió en tiempos de paz, sino que incluso se agravó.
Un argentino en la guerra
El teniente Daniel Miró era comerciante de ganado en la zona en disputa antes del conflicto. Una incursión boliviana lo despojó de sus bienes, y con el deseo de recuperarlos y vengar lo sucedido, decidió unirse al ejército paraguayo.
Hoy se arrepiente profundamente de aquella decisión. Como resultado de la guerra, tiene ambas piernas baleadas, cuatro costillas fracturadas, le extirparon un riñón y su brazo derecho quedó paralítico. En definitiva, ha quedado inutilizado de por vida. A pesar de su sacrificio, Paraguay le ha respondido con extrema ingratitud.
Su carrera militar
«Les contaré mi trayectoria en el ejército para que comprendan la conducta que mantuve en el frente», explica Miró.
«Ingresé al ejército paraguayo el 29 de julio de 1932 como soldado en el Regimiento Macheteros de la Muerte. Ese mismo año fui ascendido a teniente segundo, pero poco después fui degradado por orden del mayor Machuca, jefe del Estado Mayor General de Guerra. En un combate resulté herido y me trasladaron a Buenos Aires. Cuando regresé al frente, lo hice con un riñón menos.»
«En noviembre fui ascendido a sargento segundo, pero tras ser herido nuevamente, me trasladaron a Asunción y me ascendieron a teniente primero. En mayo de 1933 volví al frente, pero otra vez fui castigado y degradado a sargento primero.»
«Mi carrera fue absurda: me ascendían cuando estaba fuera de combate y me degradaban cuando regresaba al frente. En la batalla de Nanawa me rompieron cuatro costillas, y estando herido en Asunción, volví a ser ascendido a teniente primero. Luego, en otro combate, sufrí una herida en la pierna izquierda. Al reincorporarme al Chaco, fui degradado nuevamente a sargento viceprimero. Finalmente, con el brazo fracturado, me trasladaron a Asunción y me ascendieron otra vez a teniente segundo. Si no hubiera quedado mutilado, probablemente habría terminado la guerra pelando papas o repartiendo galletas.»
El sacrificio de 3.000 argentinos
«Mi historia es similar a la de otros voluntarios argentinos que luchamos por Paraguay. De los 3.000 que participamos, aproximadamente 1.000 murieron. Nos enviaban siempre al frente; éramos carne de cañón. Aunque los paraguayos lo nieguen, fuimos los argentinos quienes demostramos mayor capacidad y valentía. Tal vez por eso, nos despreciaban profundamente.»
«Peleé por Paraguay con tanto desinterés que doné todos mis sueldos a la Cruz Roja durante dos años. Cuando finalmente intenté cobrarlos, no tuve éxito. Lo mismo ocurrió con muchos de mis compañeros.»
«Hoy no queda un solo argentino en el ejército paraguayo. No se nos agradeció nuestro servicio. Muchos compañeros no pueden regresar a Argentina porque no tienen dinero para el pasaje. Permanecen en Asunción, sin sueldo, lejos de sus familias y abandonados tras tanto sacrificio.»
Negación de sueldos y pasaje de regreso para argentinos que lucharon en la guerra del Chaco en el Paraguay
«Actualmente, me deben nueve sueldos. Tengo una carta del ministro Rojas dirigida al Jefe de Contralor del Ministerio de Defensa Nacional, en la que dice: «Este voluntario argentino regresa al frente y desea llevar algunos elementos consigo. Ha solicitado el pago de sus haberes. Pide mucho, pero trata de darle algo.»»
«A pesar de ello, se me negó un pasaje para volver a Argentina. No atendieron mis reclamos. Estaba enfermo, sin recursos ni asistencia médica.»
El arrepentimiento de haber luchado por Paraguay
«Solo puedo repetir, una y mil veces, que me arrepiento de haber luchado por Paraguay y haber ofrecido mis servicios voluntariamente. Fui herido cinco veces en el frente, constantemente degradado y ascendido, y como único pago recibí una amarga lección de ingratitud.»
«Para ilustrar el carácter de la guerra, contaré una anécdota. Combatiendo bajo las órdenes del comandante Jara, capturé a un prisionero boliviano. Me apiadé de él e intenté ayudarlo, pero no sabía qué hacer con él. Fui a consultar al comandante y le expresé mis deseos de salvarlo. Él me respondió: «Siendo usted voluntario, haré una excepción.» Luego agregó: «Guarde al prisionero y aliméntelo con su ración diaria.»»
«En ese caso, comandante —respondí—, lo soltaré.»
««Si lo hace, cometerá un acto de traición.»»
«No tuve opción. Entregué al prisionero a los soldados, y ellos lo degollaron.»
La situación de los voluntarios argentinos en Asunción
«Con el tiempo, la guerra perdió parte de su brutalidad. Bolivianos y paraguayos comenzaron a intercambiar alimentos y hubo más humanidad. Pero sigo sin comprender la razón de nuestro sacrificio.»
«Muchos argentinos que siguen en Asunción están mutilados y no pueden regresar porque Paraguay no les paga el pasaje.»
Los Macheteros de la Muerte o de Jara
Los Macheteros de Jara fueron un regimiento auxiliar de caballería formado el 15 de agosto de 1932, poco antes del inicio de la Batalla de Boquerón. Esta unidad irregular estaba compuesta por antiguos forajidos paraguayos y tenía como misión impedir que el ejército boliviano abasteciera con víveres y municiones a sus tropas en Boquerón.
Tras la caída de Boquerón, los Macheteros de Jara se dedicaron al asalto y saqueo de pequeñas haciendas, atacando tropas y convoyes bolivianos aislados bajo el mando de su líder, Don Plácido Jara. Su apodo surgió tanto por su fundador como por el machete, el arma predilecta de los soldados paraguayos en el combate cuerpo a cuerpo.
Esta temida unidad sembraba el pánico en la retaguardia boliviana, ejecutando a soldados con machetazos y exhibiendo partes de cuerpos en los árboles para desmoralizar al enemigo. Además, destruían ganado que pudiera servir de alimento a las tropas bolivianas, aumentando así la presión sobre sus líneas de suministro.
📅 Sábado 7 de marzo de 1936 – Periódico La Razón de Bolivia
Nota: Este texto ha sido editado y ampliado por BoliviaTeca para mejorar su claridad y comprensión, manteniendo el respeto por el contenido original publicado en La Razón de Bolivia el 7 de marzo de 1936.