Adolfo Cárdenas Franco
jEl inolvidable Adolfo Cárdenas Franco, o como me gusta llamarlo cariñosamente, el maestro de las palabras y los relatos que parecen bailar entre las líneas de la realidad y la ficción, habría cumplido 73 vueltas al sol el pasado 14 de diciembre. Sin embargo, en ese juego de la existencia que no sigue reglas predecibles, nos dejó el 26 de febrero del 2023.
Al sumergirnos en sus libros, hojear sus páginas y dejarnos atrapar por la melodía de sus cuentos, es difícil creer que Adolfo nos haya abandonado. Su presencia persiste como el aroma de un buen vino, en cada giro de página, en cada rincón de su narrativa que parece ser una novela que aún está escribiendo desde algún lugar celestial.
La versión oficial nos dice que nació en La Paz, Bolivia, fruto de la unión entre Adolfo Cárdenas Dick y Raquel Franco. Bachiller del colegio Educacional de Obrajes, se aventuró en el mundo académico estudiando Administración de Empresas en la UMSA, pero como buen rebelde literario, cambió de rumbo hacia la literatura, titulándose en un Instituto Superior en el Perú, una carrera que decidió no seguir.
En los turbulentos años 70, cuando las oportunidades de empleo escaseaban, Adolfo nos cuenta con su inconfundible tono que su vida flirteaba con el contrabando. Viajes a Argentina y Brasil para traer mercancía, una época que seguramente añoraba cuando regresó a la universidad en 1977, cambiando de carrera como quien cambia de camisa, esta vez a literatura, donde finalmente se convirtió en docente.
Desde ese punto, su vida se tejió con las letras. Novelas como «Periférica Blvd» y «El caso del Pérez de Holguín» se suman a una lista de cuentos que exploran lo marginal, lo inusual, como si Adolfo estuviera empeñado en desentrañar los misterios de la vida a través de su pluma única.
Adolfo Cárdenas, el hombre que admiraba a los aimaras, hablaba inglés con destreza, y se movía entre los diferentes estratos sociales y geográficos con una elegancia que solo un albino literario podría lograr. Manuel Vargas lo describió como «un hombre suave y pequeño, que piensa en el altiplano y ahora reside en ALTO Obrajes, por pura compensación».
Hoy, mientras recordamos su legado literario, es difícil no imaginarlo allí arriba, en algún rincón celestial, tejiendo las palabras que aún resonarán en las mentes de los amantes de la literatura. Porque, en el universo de Adolfo Cárdenas Franco, las historias nunca terminan; simplemente toman un respiro entre páginas, esperando a ser descubiertas una vez más.