Capilla Sixtina: La Joya de los Andes
La Capilla Sixtina, la joya de los Andes, en Curahuara de Carangas arquitectónica en el continente americano, deslumbra con frescos de gran valor artístico. Estos murales, que sirven como una suerte de catequesis visual, representan el Jardín del Edén, La Última Cena y El Juicio Final.
La historia de la iglesia en Curahuara de Carangas, conocida como la ‘Joya del Altiplano’ y a menudo referida como la ‘Capilla Sixtina’ local, nos transporta a un rincón fascinante de la región de Oruro en Bolivia. Este lugar, enclavado en la majestuosidad del altiplano, encierra una rica herencia cultural y una arquitectura colonial que perdura a lo largo de los siglos.
A lo largo de su historia, esta iglesia ha sido un faro espiritual para los habitantes de la región, incluyendo pastores de camélidos y labradores aymaras. Aunque su homónima europea, la Capilla Sixtina del Vaticano, ostenta fama mundial gracias a las obras maestras de Miguel Ángel, la ‘Joya del Altiplano’ tiene su propio encanto y singularidad.
Los frescos en sus paredes, que datan del siglo XVII, son considerados los más antiguos de Sudamérica y fusionan la iconografía religiosa con elementos típicos del barroco mestizo, como aves y flores amazónicas, además de personajes incas. La construcción de esta iglesia se entrelaza con la historia de la plata de Potosí, que una vez fue transportada a través de estas tierras.
A medida que las fuerzas españolas se adentraban en la altiplanicie, la necesidad de un fuerte militar se volvió crucial para el resguardo de los cargamentos de plata y el abastecimiento de las tropas. Fue en este escenario que se eligió el lugar donde hoy se encuentra la iglesia de Santiago de Curahuara de Carangas.
Capilla Sixtina La ‘Joya del Altiplano’
Fue pintada por un ejército de artistas anónimos, mestizos e indios traídos desde Lima, y su esplendor perdura hasta hoy, a pesar de que las glorias de Potosí hayan desaparecido. En sus frescos, se pueden observar representaciones de la Virgen coronada de plumas y Dios Padre en forma de Sol, lo que hace que el tiempo parezca detenerse en este lugar.
La comunidad local, aunque rinde homenaje al legado español que le dio fama al pueblo, no olvida su herencia incaica. La iglesia misma muestra evidencia de un pasado más oscuro, con cráneos decapitados que se cree pertenecieron a la realeza inca. Esta dualidad cultural se manifiesta en la historia y las tradiciones que han perdurado a lo largo de los siglos.
La ‘Joya del Altiplano’ es un tesoro cultural que representa la intersección de dos mundos: el legado colonial español y la riqueza de la cultura inca. Su historia es un testimonio vivo de la compleja y rica historia de la región de Oruro en Bolivia, donde la iglesia se convierte en un símbolo de la continuidad de la cultura a través de los siglos. La iglesia, situada a 220 kilómetros de la ciudad de Oruro, tiene capacidad para 200 fieles, está dedicada al Apóstol Santiago y fue declarada Monumento Nacional en 1960.