El Santo Cristo de Bronce

Doña Magdalena Téllez: Una Vida Llena de Intriga y Enemistades
El Santo Cristo de Bronce, En los años de mil seiscientos setenta y tres, Doña Magdalena Téllez era una mujer de gran belleza y fortuna. Criolla, viuda y con aires de nobleza, atrajo la atención de numerosos pretendientes que buscaban conquistarla. Sin embargo, ninguno lograba ganarse su corazón, ya que Doña Magdalena no era fácil de conquistar.
Entre sus pretendientes y riquezas, también había espacio para enemistades. Doña Ana Róeles, esposa de Don Juan Sanz de Barea, se convirtió en su enemiga mortal, aunque las razones de su animosidad no están claras. Ambas mujeres se dedicaban a hacerse daño mutuamente, alimentando una tensión que llegó a ser peligrosa.
El Escándalo en el Templo de la Compañía de Jesús
En un día destinado a una función religiosa en el Templo de la Compañía de Jesús, Doña Magdalena Téllez desencadenó un escándalo al ocupar astutamente el lugar reservado para Doña Ana Róeles. Esta acción provocó una disputa escandalosa entre las dos rivales, que se desarrolló a la vista de todos sin considerar la sacralidad del lugar.
Ante esta situación, Don Juan Sanz de Barea, esposo de Doña Ana, salió en defensa de su esposa y le propinó a Doña Magdalena una bofetada furiosa. Como consecuencia, la viuda lanzó maldiciones y juramentos de venganza, marcando así el inicio de un conflicto que tendría consecuencias trágicas.
El Pacto de Venganza Matrimonial
Después de un tiempo, la viuda resentida no abandonaba su deseo de venganza, aunque sus intentos anteriores habían fracasado. Convencida de que necesitaba ayuda para lograr su propósito, decidió ofrecer su mano en matrimonio nuevamente, bajo la condición de que su esposo ejecutara su venganza. Esta fue la única condición para el matrimonio, lo cual hizo que muchos de sus antiguos pretendientes se retiraran temerosos.
Sin embargo, un contador vascongado llamado Pedro Arrechúa aceptó el desafío y se casó con la noble viuda, a pesar de los riesgos evidentes que esto implicaba.
La Resolución de Doña Magdalena
Pasaron días y semanas mientras Don Pedro parecía inmerso en el disfrute de la luna de miel, ajeno a las preocupaciones más profundas.
Doña Magdalena, por su parte, no dejaba pasar ni un día sin recordarle a su esposo el compromiso que habían pactado solemnemente. Aunque había enfrentado muchas dificultades en su vida, no podía soportar la idea de ser ridiculizada y menospreciada.
Con firmeza y determinación, exigió, impuso y protestó, pero sus esfuerzos fueron en vano. Finalmente, decidió que la venganza debía ser tomada en sus propias manos. Sin embargo, su objetivo no era castigar a Doña Ana, sino darle una lección dolorosa a su esposo, Don Pedro.
El Desenlace Trágico en Hacienda Mondragón
No había pasado mucho tiempo desde que los recién casados se retiraron a la idílica hacienda de Mondragón, propiedad de Doña Magdalena y ubicada cerca de la aldea de Tarapaya, a una legua río abajo, y a seis leguas de la majestuosa Villa Imperial de Potosí. Fue en este escenario de aparente tranquilidad cuando Doña Magdalena insistió una vez más, con determinación, en que la venganza se llevara a cabo sin demora.
En un instante fugaz, Doña Magdalena ordenó a sus criados y colonos que amarraran al contador sin escuchar sus súplicas ni lamentos. Luego, lo crucificó en una gran cruz que había preparado, llevándolo a un pequeño cuarto de la casa donde quedó atrapado en su desdicha.
La Tortuosa Rutina de Venganza
Cada mañana, la viuda se aseguraba de que el contador tuviera suficiente comida para sobrevivir, evitando que muriera de hambre. Sin embargo, luego de alimentarlo, lo sometía a un tormento silencioso al pinchar su cuerpo con un alfiler amarillo, dejándolo como si fuera una figura inerte. Esta cruel rutina se repetía día tras día, mientras Doña Magdalena se retiraba sin decir una palabra, alimentando su sed de venganza y posiblemente imaginando que su marido era su enemiga, en este caso Doña Ana.
La Trágica Culminación del Martirio
Después de muchas semanas de sufrimiento, la víctima finalmente exhaló su último aliento. A pesar de esto, Doña Magdalena continuó su cruel práctica de clavarle un alfiler al contador cada día. Con el tiempo, el cuerpo del desdichado quedó completamente cubierto de alfileres, sin espacio para más, transformándose en una figura que más parecía un Santo Cristo de Bronce que un ser humano.
El Juicio en Mondragón y el Secreto Mortal
Ante la ausencia prolongada de Don Pedro, la justicia decidió intervenir y se trasladó a la hacienda de Mondragón. Allí, Doña Magdalena les recibió con una espléndida recepción, aparentemente ajena a las sospechas que recaían sobre ella.
Mientras se realizaban los interrogatorios a testigos y se inspeccionaba la casa, el alguacil entabló una relación amistosa con la cocinera, una joven alegre y confiable. Fue entonces cuando la cocinera, en un acto de confianza con su prometido, reveló el terrible secreto de que la comida de esa tarde estaba envenenada. Ante esta revelación, se preparó un plato aparte para ella y su séquito, ya que tanto la viuda como la cocinera confiaban en que los jueces no saldrían vivos de esa casa.
Reflexión del Santo Cristo de Bronce
La historia del Santo Cristo de Bronce, doña Magdalena Téllez en la Villa Imperial de Potosí, Bolivia, es un relato que revela las consecuencias extremas de la venganza y la obsesión. A través de sus acciones impulsadas por el deseo de revancha, Magdalena desciende a un estado de crueldad y obsesión que culmina en tragedia. Su búsqueda de venganza la lleva a cometer actos inhumanos, como el martirio de su esposo Pedro Arrechúa, hasta su propia condena y ejecución. Esta historia nos recuerda las peligrosas consecuencias de la obsesión y el deseo de venganza desmedido, mostrando cómo la búsqueda implacable de justicia puede llevar a acciones que traspasan los límites morales y legales. Además, resalta la importancia de la moderación, la prudencia y la búsqueda de soluciones pacíficas en situaciones conflictivas, evitando así caer en un ciclo destructivo de retaliación y violencia.
Esta historia fue adaptada del libro ‘Potosí Colonial, tradiciones y leyendas‘ de Delio Alcaraz Masías y ‘El Santo Cristo de Bronce’ de Manuel Aponte, y reescrita para su publicación en BoliviaTeca.com.