María Teresa Berrios no debería existir. Pero ahí está su cuadro, desafiante, burlándose de todos nosotros.». (Una pintura olvidada. Una artista borrada. Y una pregunta que duele: ¿Quién decide qué recordamos?)

LAS BEATAS: CUANDO UN CUADRO ES UNA TRAMPA

Cuadro: Las beatas de María Teresa Berrios
Cuadro: Las beatas de María Teresa Berrios – Cómo una pintura boliviana de 1969 esconde más de lo que muestra

La pista falsa de María Teresa Berrios

María Teresa Berrios no existe. O, mejor dicho: existe tan poco que podría no haber existido. No hay libros sobre ella, no hay estudios, no hay homenajes. Solo quedan cuatro cuadros—uno de ellos, As Beatas, colgado en algún depósito del Museo Nacional de Arte de Bolivia hasta que alguien decidió que era hora de sacarlo a la luz.

¿Por qué? Porque ahora está de moda rescatar a las mujeres olvidadas del arte. Porque queda bien. Porque es políticamente correcto. Pero, sobre todo, porque este cuadro—este pedazo de tela de 1969—es una trampa perfecta.

Lo que se ve (y lo que no) de las tres beatas

Tres beatas y una joven. Eso es lo primero que salta a la vista. Pero miremos bien:

  • La beata de la izquierda parece salida de un cuadro de El Greco: dedos largos, huesudos, anillos que brillan como si fueran de oro. Tiene una Biblia en las manos, pero la agarra como si fuera un arma.
  • La de la derecha, toda de negro, mira fijamente al centro del cuadro. Como si supiera algo que las demás ignoran.
  • La joven del medio es el enigma: no lleva velo, el pelo le tapa la cara, no mira a nadie. ¿Vergüenza? ¿Miedo? ¿Rebeldía?

Y atrás, como un fantasma, una monja que parece flotar. Su cuerpo se mezcla con el de la joven, como si fuera su destino. O su condena.

Arriba, un detalle siniestro: un pedazo de papel rojo pegado, como una herida abierta en el lienzo.

Lo que el cuadro no quería que viéramos

Cuando le dieron vuelta a la tela, apareció la verdad. O, al menos, una parte: un sticker de la Bienal de São Paulo, 1969, con el sello de la aduana boliviana, con un precio: 500 dólares y una dirección: Av. Villazón 1900, La Paz. ¿Quién pagó eso en 1969? ¿Quién lo compró? Nadie lo sabe. O nadie quiere decirlo.

Cuadro de atrás de María Teresa Berrios
Cuadro de atrás de María Teresa Berrios

Bolivia en la Bienal: arte entre golpes de Estado

1969 fue un año absurdo en Bolivia: En abril: Muere Barrientos en un «accidente» de helicóptero, septiembre: Derrocan a Siles Salinas, octubre: Ovando Candia toma el poder. Y en medio de ese circo, alguien—¿el Ministerio de Educación? ¿Algún funcionario con suerte?—logró mandar una delegación a la Bienal de São Paulo.

Entre los elegidos: María Teresa Berrios, con cuatro cuadros. Tres de ellos terminaron en el MNA. Los otros desaparecieron.

La gran pregunta: ¿por qué nadie habla de Berrios?

En los libros de historia del arte boliviano, su nombre no aparece. Ni siquiera en Pintura en Bolivia en el siglo XX de Querejazu, donde meten a medio mundo. ¿Fue mala? ¿Fue incómoda? ¿O simplemente le tocó ser mujer en un mundo de hombres que se creían genios?

La Bienal bajo la dictadura

Mientras Bolivia ardía, en São Paulo la X Bienal se inauguraba bajo otra dictadura—la brasileña. El presidente Costa e Silva murió en diciembre del 69, pero antes dejó firma el AI-5, el decreto que enterró las libertades en Brasil.

¿Qué hacía un cuadro de beatas bolivianas en medio de eso? ¿Era arte? ¿Era protesta? ¿O solo un pasatiempo de ricos?

El cuadro como crimen perfecto

Al final, As Beatas es eso: un crimen sin resolver. Una artista de la que no se sabe nada. Una obra que estuvo décadas escondida. Y ahora, el MNA la rescata—no sé si por justicia o por moda.

Pero hay una cosa clara: este cuadro lleva casi 6 décadas burlándose de todos nosotros. Porque sigue sin decirnos su verdadero secreto. ¿Y Berrios? Ella, desde algún lugar, debe estar riéndose.