Juana Azurduy de Padilla, figura emblemática de la lucha por la independencia de América del Sur,
Azurduy de Padilla: Una heroína olvidada en su propia tierra
Figura emblemática de la lucha por la independencia de América del Sur, falleció en Sucre el 25 de mayo de 1862, en una fecha marcada por la celebración de la gesta independentista de 1809. Irónicamente, su muerte pasó desapercibida en medio de la efervescencia cívica, sumando un capítulo más a la historia de olvido y desagradecimiento que marcó su vida.
Azurduy, junto a su esposo Manuel Ascencio Padilla, había participado activamente en el levantamiento de 1809 en Chuquisaca. Esta gesta, aunque no tuvo éxito inmediato, encendió la llama de la independencia en la región y marcó el inicio de un largo camino hacia la libertad.
Para Juana, sin embargo, la guerra significó un sacrificio personal inmenso. Los años de lucha le arrebataron a su esposo, cuatro de sus cinco hijos y todas sus posesiones materiales. Vivió sus últimos días en la pobreza y el anonimato, en una humilde habitación de la calle de los Bancos en Sucre.
¿Cómo murió Juan Azurduy de Padilla?
El día de su muerte, a los 81 años, la heroína independentista no recibió los honores militares que merecía. El Mayor de la Plaza, Joaquín Taborga, se negó a concedérselos argumentando que «la fuerza militar estaba demasiado ocupada en los festejos del 25 de mayo».
Su entierro fue sencillo, casi humillante. Un reducido grupo de personas acompañó su ataúd hasta el Cementerio General de Sucre, donde fue sepultada en una fosa común. «Se ignora hasta ahora el lugar donde sus restos fueron sepultados», lamentaba el General Ramallo en aquellos días.
Juana Azurduy, identificando su tumba
No fue hasta 1914, más de medio siglo después de su muerte, que se iniciaron las gestiones para rescatar del olvido a Juana. Por orden judicial, se realizó una inspección ocular de la habitación donde había fallecido y del Cementerio General, con el objetivo de identificar su tumba.
Los documentos oficiales de la gesta revolucionaria
El único bien que la acompañó en sus últimos momentos fue un baúl que contenía los documentos oficiales de la gesta revolucionaria que ella y su esposo libraron durante años con inquebrantable determinación por la emancipación americana.
La deuda que Bolivia tiene con Azurduy
La historia de Azurduy de Padilla es un recordatorio de las deudas que aún tenemos con aquellos que lucharon por nuestra libertad. Su legado, aunque tardíamente reconocido, sigue inspirando a las generaciones presentes y futuras a luchar por la justicia y la igualdad.
Fuentes: «Bolivianas ilustres. Las guerrilleras de la Independencia», de José Macedonio Urquidi.