Extracto del libro: CUENTOS MITOS Y LEYENDAS Provincia Obispo Santistevan

Hace muchos años en el pueblo Bibosi (hoy Gral. Saavedra) en la calle principal avenida Santa Cruz al norte en la plazuela Los Ángeles, sobre la circunvalación de ida a la loma, había muchas casitas, en donde hoy viven diferentes familias.

A media cuadra, vive doña Neisa Rivero una señora muy trabajadora que tuvo su hijo llamado Raulito, siguiendo la calle esta don Rosendo Zabala que tiene una familia muy distinguida y numerosa el cual tuvo 10 hijos 5 mujeres y 5 varones, todos son profesionales; siguiendo el recorrido está don Jorge Carachupa y su esposa tiene 8 hijos, todos salieron a diferentes ciudades a buscar mejor vida, pasando al frente de la circunvalación hay un camino llamado La Cruz. ¿Por qué le pusieron calle La Cruz?

Porque al empezar el camino hay una cruz que cada año para el 3 de mayo le hacen el velorio todos los vivientes del barrio por la devoción que tienen. A media cuadra hacia atrás vive don
Mariano Suárez, un señor muy trabajador y solidario quien tiene una hacienda; junto a sus hijos marianito, juanita y pepita ordeñan cada día y realizan quesos; siguiendo el camino vivía doña Ana Cruz casada con don Pánfilo que tuvo 7 hijos, ella enviudo cuando sus hijos estaban muy chicos era una familia muy humilde se ganaba la vida realizando tiestos, tinajas, ollas y fuentes de barros así fueron creciendo sus 7 hijos y Cirilito el mayor no pudo estudiar, solo aprendió a escribir su nombre en la tierra utilizando un palo como lápiz escuchando por la Radio Norte y un día decidió su madre comprarle una motosierra para que trabaje cortando palos y así ayudar a criar a sus demás hermanos crecieron y fueron a buscar trabajo a diferentes pueblitos. En la misma cuadra vivía don Cayetano que tenía su casita de motacú
era echa de barro con jumbacá era de aquellas personas que llevaba una alimentación sana con comidas del lugar como el somó, la rosca de maíz, tenía una moliendita alrededor de su
casa sembró caña de azúcar para elaborar sus jaleas empanizaú, producto que cambiaba por arroz, carne y pan era un hombre muy sano que tenía 110 años. Al frente de la casa de don
Cayetano estaba la propiedad del señor Abelardo Demiquel con 65 años de edad y de familia española pudiente, solo vivía con su esposa nunca tuvo hijos, en su propiedad tenían sembrado caña y se dedicaban a la ganadería, en la misma propiedad vivían sus trabajadores muchos de ellos de origen guaraní. Había un río que pasaba por esta propiedad.

Una tarde los trabajadores de don Abelardo escucharon el bramar de un toro y pensaron que eran algún ganado de ellos que estaba en la propiedad, al día siguiente a la misma hora, cerca de la casa de don Mariano se escucharon los mujidos y al escuchar todos los pobladores se preguntaban de donde será ese toro, de don Sergio cucu o de quien será este toro malagüero, al día siguiente nuevamente se escuchó los mugidos del temeroso
toro, los mugidos del toro anunciaba la muerte de una persona, ya se esperaba escuchar las campana del templo doblando por el anuncio de la muerte de algún poblador, cumpliéndose el presagio del bovino.

Todos comentaban por qué no se lo carneaba al toro, para dar fin a estos acontecimientos, se llegaba a la conclusión de quién iba a identificarlo si cuando lanzaba su valido nadie lo encontraba, nunca lo vieron, solo se escuchaba y se sentía el temor del mismo.

Solo le preguntaban a Dios ¿A quién se va a llevar la muerte? A la semana siguiente nuevamente se escuchó el bramido del toro y los pobladores cansados de buscar al toro solo les quedó rezar a Dios y pedir que este animal ya deje de anunciar tantas muertes, pues la verdad es que el no falla y nadie se salvaba ni grandes ni chicos.