Tiempos de Paz: El Fin de la Guerra del Chaco entre Bolivia y Paraguay
En el fin de la guerra del Chaco, los soldados cambian entre sí escarapelas, bayonetas, ropa y se toman fotografías. Parece imposible que, hasta una hora antes, la misión de unos y otros hubiera sido la de acribillarse a balazos a través de la maraña. Es el primer caso en la historia en que dos pueblos se abrazan tras ametrallarse a ciegas durante tres años, lacerándose despiadadamente hasta quedar casi exánimes”, escribe el ex combatiente boliviano Roberto Querejazu en su libro Masamaclay, considerado incluso en Paraguay, como la obra más objetiva sobre la Guerra del Chaco (en la edición de 1975 aparece hasta un comentario halagador de Alfredo Stroesner, entonces dictador de Paraguay y veterano guaraní de la toma de Boquerón).
En el lugar, donde el 14 de junio de 1935 los bolivianos (marcharon 200.000, murieron 50.000) y paraguayos (marcharon 150.000, murieron 40.000) se dieron el primer abrazo, escribieron a fuego en un tronco: “Los oficiales del 2 de caballería, Coronel Toledo (Paraguay), en homenaje al primer abrazo fraterno con el Santa Cruz (Bolivia), 9 de infantería”.
Relatos de Fraternidad en las Noches de la Guerra del Chaco
En la calle Piribebuy de Asunción, el último general paraguayo vivo de la guerra del Chaco (1932-1935), Felipe Velilla, recuerda la escena.
«Cambiamos además singani tarijeño por caña paraguaya»
Felipe Velilla
Algunos nos reconocimos porque en las largas noches de la campaña salíamos de la trinchera de uno y otro lado a jugar fútbol con un atado de calcetines, y después una guitarra polquera paraguaya se juntaba con un charango y sacábamos canciones que nos hacían llorar; y después, a las trincheras, a agarrarnos a tiros al día siguiente”, dice Velilla, satinador experto y artífice de la caída de dos divisiones bolivianas en Campo Vía gracias a la velocidad de sus macheteros, que hicieron posible el cerco guaraní.
En el fin de la Guerra del Chaco, media hora antes del mediodía del 14 de junio, la última orden del comando boliviano señala lanzar toda la artillería pesada desde Puerto Suárez a Villamontes contra los guaraníes. Después del estruendo de muerte que es respondido por los paraguayos, y tras los últimos caídos de la guerra, llega la paz, y los soldados se abrazan, reparten direcciones y hablan del conflicto como si hubiera sido un partido de fútbol.
El Selló el Fin de las Hostilidades en el Chaco
La comisión de neutrales (conformada por Chile, Argentina, Perú, Uruguay, Brasil y Estados Unidos) había puesto fin a la guerra el 12 de junio de 1935 con la firma de un armisticio entre las delegaciones bolivianas y paraguayas en Buenos Aires. Pero para asegurarse del cese de hostilidades, envió al Chaco una misión militar para determinar los puntos alcanzados por ambos bandos el último día de lucha, establecer la faja de separación y vigilar la desmovilización.
Escribe Querejazu: La comisión neutral concertó una entrevista entre los comandantes de ambos ejércitos, generales Peñaranda y Estigarribia, el 18 de julio en tierra de nadie. El general uruguayo Alfredo Campos relata así el encuentro: Los dos jefes se estrechan caballerosamente las manos. La oportuna ejecución de la banda disimula las lágrimas en muchas caras. Peñaranda, hombre recio, tiembla de emoción. Estigarribia tiene la mirada dulce. Le dice a Peñaranda: “General, aprovecho para declarar en nombre del ejército paraguayo que vuestro ejército es uno de los más bravos del mundo”. Peñaranda responde: “El ejército de mi patria reconoce al suyo con las más altas virtudes militares”. Estigarribia entregó una pistola a Peñaranda y le dijo: “En prueba de mi admiración, acepte esta pistola que me acompañó siempre para defenderme de vuestras patrullas”. Entonces la paz fue.
Eduardo Galeano
Lugar donde pelearon dos hermanos bolivianos y paraguayos
Después de noventa mil muertos, acaba la Guerra del Chaco. Tres años ha durado la guerra, desde que paraguayos y bolivianos cruzaron las primeras balas en un caserío llamado Masamaclay, que en lengua de indios significa ‘lugar donde pelearon dos hermanos’.
La Alegría que Rompió Barreras: Encuentro Inolvidable tras la Guerra del Chaco
Callan los cañones y los soldados emergen de las trincheras. Los haraposos fantasmas, ciegos de sol, caminan a los tumbos por campos de nadie hasta que quedan frente a frente el regimiento Santa Cruz, de Bolivia, y el regimiento Toledo, del Paraguay. Las órdenes prohíben hablar con quien era enemigo hasta hace un rato. Sólo está permitida la venia militar. Pero alguien lanza el primer alarido y ya no hay quien pare la algarabía. Los soldados rompen la formación, arrojan las gorras y las armas al aire y corren, cantando, llorando, y abrazándose ruedan por la arena caliente.