Hace 25 años, el cazador Abelardo Tudela rescató al aventurero Yossi Ghinsberg en la selva del Parque Nacional Madidi – Bolivia. El israelita escribió un libro sobre su aventura que provocó el nacimiento de un nuevo destino turístico para el país. Este año, la obra se lanzará en castellano.

Casimiro es una mascota fuera de serie. Con tres metros de largo y unos 300 kilos de peso, este caimán recibe con un intimidante guiño a los visitantes del albergue de Fluvial Tours, en el Parque Madidi (La Paz). Apacible, el reptil acepta las tímidas caricias de los más osados. A cambio, Casimiro ´exige´ a sus cuidadores una fuente de espaguetti con ensalada.

Todos coinciden. Una mascota tan particular no podía pertenecer a nadie más que al beniano Abelardo ´Tico´ Tudela (56), más conocido como el ´tarzán boliviano´ y dueño de Fluvial Tours.

´Amaestrar a Casimiro fue fácil´, asegura este cazador, considerado el mayor impulsor del turismo en las vecinas Rurrenabaque (Beni) y Parque Nacional Madidi (La Paz). Antes, estas áreas no figuraban en los atractivos del país, recuerda Tudela, quien hace 25 años fue protagonista de una revolución turística en esta región oriental.

Ese logro, sin embargo, se hizo realidad tras la trágica aventura de cuatro turistas plasmada en el libro Jungle. Este año, esa lección de supervivencia —reconstruida para la televisión en un documental de Discovery Chanel— podrá ser disfrutada en Bolivia con la publicación de esta obra en castellano.

En pos del tesoro tacana

El diente de un jaguar revolotea en su cuello. ´Créame, no querrá saber como lo obtuve´, previene Tudela, mientras acomoda su cuerpo en una silla de su oficina en Rurrenabaque. Por ahora, Tico tiene una mejor historia que narrar.

Su memoria retrocede hasta 1981 cuando Yoshi Ghinsberg (israelí) y Kevin Wallace (estadounidense) decidieron conocer parte de Sudamérica. Bolivia no estaba en sus planes, pero el azar hizo que los muchachos —que no superaban los 25 años— encontraran a Karl, un aventurero australiano que se ofreció a guiarlos hacia una comunidad tacana que, según él, guardaba valiosos tesoros de oro.
Unos días después, los exploradores se hallaban andando la selva boliviana. A la aventura se sumó Marcus Stamm, un joven suizo.

Tras una semana de caminata, los excursionistas se perdieron y construyeron una balsa para navegar el río con la esperanza de llegar a Rurrenabaque, donde nació su travesía. Sin embargo, y luego de cuatro días, la violencia del afluente causó que Kevin y Marcus decidieran separarse y siguieran su camino por la selva. Hasta el día de hoy no se sabe nada de su paradero.

Mientras tanto, Yossi y Kevin continuaron por los fuertes rápidos del Tuichi que volcaron su balsa. El joven estadounidense logró arrimarse a tierra, pero perdió contacto con su compañero judío.

Luego de ser rescatado por cazadores, Kevin comunicó la desaparición de sus compañeros. Entonces, las autoridades de Rurrenabaque contactaron a Tudela —que tenía 31años—, conocido por ser el explorador y cazador más experimentado de la zona.

La elección no fue casual. Desde su niñez, Tico aprendió con su padre los misterios de la selva. ´Juntos salíamos a cazar tigrecillos y cocodrilos´. Luego, ´de adolescente me iba solo por meses a explorar la zona… En más de una ocasión mi vida estuvo bajo las garras de un jaguar´, susurra.

Es en esos viajes que Tudela halló varias áreas turísticas que ahora son explotadas por decenas de agencias. Entre ellas se halla Las Pampas, en Santa Ana de Yacuma (Beni), donde anualmente llegan miles de visitantes extranjeros.
Comiendo serpientes

Las experiencias que Yossi Ghinsberg vivió durante las tres semanas que deambuló solo por la selva se hallan en su libro Jungle, también llamado Back from the Tuichi. En sus páginas ´hasta se puede sentir las picaduras de mosquitos´, asegura Tudela, quien luego de una pausa recobra la narración de la historia del aventurero israelí.

Tudela explica que mientras él iniciaba la expedición, Yossi se alimentaba en la selva con los frutos que veía comer a los monos y con carne de serpientes. Siempre atento a la presencia del jaguar, el joven intentaba dormir sobre ramas, expulsando de su cuerpo sanguijuelas que se alimentaban de su sangre.

Días antes de ser hallado, el hebreo desistió de su doloroso intento de seguir caminando. Sus pies eran una masa sanguinolenta. A punto de entregarse a la muerte —como narra en su libro—, al atardecer del día 21, Yossi percibió a la distancia el sonido de disparos. Era la expedición de Tudela que había tomado cuatro días en llegar al área. Para ello, los rescatistas tuvieron que sortear, sin recursos técnicos, los peligrosos rápidos del Tuichi.

´Cuando lo encontramos, él se arrastró hacia nosotros´. Luego, ´le dio un ataque de histeria… Se jalaba los cabellos, gritaba y se revolcaba en el piso de felicidad´, rememora Tudela, tratando de contener la emoción a pesar de tantos años del acontecimiento.

Ese hecho cambió para siempre a Rurrenabaque. Ghinsberg decidió escribir sus experiencias y, de pronto, surgió la curiosidad en el mundo por conocer los lugares y los protagonistas de la saga. Desde entonces, un ejército de mochileros arriban a la población beniana en busca de Tudela.

Ante la avalancha de visitantes, el beniano fundó Fluvial Tours, la primera agencia de turismo en Rurrenabaque. ´Antes del rescate, llegaban al año decenas de turistas. Luego del rescate llegaron centenas y hoy sobrepasan los 40.000´, asegura Juan Carlos Tapia, encargado de Turismo en Rurrenabaque.

Tras 25 años de aquel hecho, Tudela —quien continúa recorriendo la selva en busca de nuevos atractivos turísticos— lanzará en mayo 10.000 ejemplares en castellano del libro de Ghinsberg. Hasta la presentación en La Paz, Tico seguirá enseñando a Casimiro nuevas mañas.