EL HOMBRE QUE SALIÓ DEL HORCÓN
La leyenda del horcón.- En Santiago de Chiquitos había una familia que estaba integrada de cuatro personas: Jacinto el papá, María la mamá, Julia la hija mayor y Antonieta la hija menor; ellos iban a la iglesia a la novena de un amigo que se llamaba Julio, quien había fallecido de un problema del corazón. Ellos ya estaban en el cuarto día de la novena, en el camino se dieron cuenta que su tranquera paraba abierta, sin ninguna explicación. Jacinto el papá decía: Si yo la cierro bien con el güembé, así mismo le decía a su esposa María. Quien después de preparar su chicha, les daba la bendición a sus hijas antes de dormir.
En la madrugada los gallos cantaron, se escucharon unos pasos en el corredor de su casa y en el horcón se escuchaba una piedra que se movía, golpeaba y al moverse reflejaba una luz desde afuera hacia adentro y después se escuchaba más de esos pasos, cuando amaneció Jacinto se fue a buscar leña al cerro y María se puso a hacer el desayuno, las dos niñas se pusieron a comentar lo sucedido la noche anterior. Llegó la noche y se fueron nuevamente a la novena de su amigo Julio y cuando regresaron sucedió lo mismo, la tranquera de nuevo abierta. Terminó la novena y después de tres días Jacinto se fue a cazar taitetú (chancho del monte) quedando solas su esposa con sus dos hijas.
Nuevamente durante la noche escucharon los pasos de alguien que venía hacia el corredor de su casa, pero hubo una diferencia, cuando brilló la luz se escuchó la canción viva Santa Cruz, ellas de curiosas se asomaron a la ventana y vieron a un hombre que salió del fuego y que estaba al lado del horcón, luego se fue caminando hacia el corral de ganado que ellos tenían, abría la cimbra y se entraba, se paraba al lado de una planta de mandarina que había en ese lugar; después de dos horas se volvía a escuchar sus pasos, también la canción viva Santa Cruz, se volvía a encender el fuego junto al horcón él llegaba junto al horcón y se desaparecía. Quedando todo nuevamente en completo silencio; ellas salieron y ya no se escuchaba ningún ruido, ni la canción viva Santa Cruz, ni el fuego.
Al día siguiente, llegó Jacinto de cazar taitetú del monte, luego de haber descansado, María su esposa lo llamó para desayunar, momento en el cual Julia su hija mayor le contó lo que había sucedido la noche anterior.
Jacinto y María, contaron a sus compadres Julián y Candelaria, días después junto a otros vecinos decidieron cavar donde salía el hombre. Después de que cavaron un buen pozo Candelaria le dijo a Jacinto que eso era un entierro, cansados de tanto cavar decidieron seguir al siguiente día, cuando llegó la noche de nuevo salió el hombre misterioso y ellos se asustaron porque temían de que algo les pasara con el ganado que tenían en el corral después de que pasaron las dos horas el hombre volvió, y de nuevo volvieron a escuchar sonar la piedra y de nuevo también la canción viva Santa Cruz el fuego volvió a perderse.
Al día siguiente María volvió a reunir a sus compadres para que le ayudaran a cavar el pozo después de media día cuando ya era el almuerzo encontraron un pequeño cantarito, ellos se admiraron y decidieron abrirlo después del almuerzo cuando lo abrieron encontraron joyas que en esos tiempos eran muy valiosas desde ese momento ellos empezaron a vender las joyas y esa familia fue la más rica en ese tiempo porque tenían todo, una casa, víveres, animales, chaco y además sirvientes, ellos eran la familia más felíz del pueblo de Santiago de Chiquitos.
Es por eso que la gente quedo rica de la noche a la mañana. Y no es el único caso que cuenta la señora Isidora Montero Tejaya, todavía en esos tiempos siguieron desenterrando varios entierros en Santiago de Chiquitos.
Extracto libro: CUENTOS MITOS Y LEYENDAS – Provincia Chiquitos